Migrar es mucho más que mudarse a otro país. Es soltar lo conocido para adentrarnos en lo incierto. Es abrirnos a nuevas oportunidades, pero también enfrentar pérdidas que pocas veces nombramos: la cercanía de nuestra familia, la familiaridad de nuestro idioma, las comidas que nos reconfortaban, la sensación de pertenecer sin esfuerzo.
Durante mucho tiempo, minimicé lo que sentía, diciéndome que no debía estar triste porque había elegido migrar. Pero negar el duelo no lo hace desaparecer. 💔
El Peso de las Expectativas
Muchas veces nos exigimos estar bien todo el tiempo, como si la tristeza invalidara nuestra decisión. Nos preguntamos constantemente:
- ¿Lo estaré haciendo bien?
- ¿Debería sentirme más feliz?
- ¿Valió la pena el sacrificio?
Pero sentir nostalgia no significa que te hayas equivocado. De hecho, extrañar es una forma de honrar lo que dejamos atrás.
Un Proceso, No un Evento
El duelo migratorio no es algo que «se supera» de un día para otro. Es un proceso continuo en el que aprendemos a integrar nuestro pasado con nuestro presente, sin forzarnos a olvidar ni a dejar de extrañar.
Hay días en los que nos sentimos fuertes y emocionados por las nuevas experiencias, y otros en los que pesa más la distancia y la añoranza. Y en ambos casos, está bien.

La Autocompasión como Brújula
No siempre vamos a estar bien, y eso está bien. 💛
La clave está en la autocompasión: permitirnos sentir sin juzgarnos, darnos tiempo para adaptarnos y recordar que este proceso no nos define, sino que nos transforma. Migrar no significa perderte a ti mismo, sino descubrir nuevas dimensiones de quién eres y quién puedes llegar a ser.
Recuerda Siempre…
Puedes extrañar las calles de tu ciudad natal mientras te maravillas con las de tu nuevo hogar.
Puedes añorar conversaciones en tu idioma mientras aprendes nuevas palabras y expresiones.
Puedes sentir tristeza por lo que quedó atrás sin arrepentirte de haber dado el paso.
Tu historia no se borra porque te fuiste. Se expande. 🌿✨